Si quieres y puedes, aprovecha a incluirlo en un tour de fin de semana y viaja a mi casa, donde esa ocupación te está esperando, sin costos adicionales, sólo el pasaje de ida y regreso. Pero la promoción tiene una validez sólo de 5 días. Después, lamentablemente, no tendrás oportunidad.
Si tu vida está tan complicada que no puedes viajar, inténtalo a la vuelta de tu casa, a donde puedes concurrir a cualquier hora, incluso en la madrugada, si el miedo no te frena. ¡En tí está la decisión! ¡Tú decides el lugar y el horario! ¡Cualquiera sea la opción que elijas, el resultado será inmediato y efectivo!
Estira tu mano lentamente, mientras aspiras el fabuloso aroma de sus flores. ¿Ves que ya empiezas a tranquilizarte? ¡Pero ten cuidado! Así como tú corres para colocarte debajo del árbol que te quitará todo rastro de ansiedad, otros seres también trabajan en él. Son las abejas, que llamadas por el intenso aroma, laboriosamente extraen el néctar para su sustento invernal.
¡Pero no te asustes! Llevas el cabello recogido, por lo que no se te enredarán en él. Lo único que tienes que hacer es fijarte con cuidado y ver si están trabajando justo en la rama donde pretendes recoger el tilo. Si están ahí, ¡no desesperes! Sacude rápidamente la rama y ellas, también atontadas como tú por el olor de las flores, se irán rápido a otra rama y dejarán que tú, tranquilamente, recojas tu cosecha.
Colócate bien debajo del árbol, porque es desde allí donde se aprecian mejor las flores. No lo rodees: métete debajo. Basta con que tires de un gajito con flor y hoja alargada, fina, de color verde claro, para desprenderlas, ya que están en el punto exacto de su recolección y no te generan ninguna dificultad para arrancarlas. Ellas mismas te facilitan la tarea, porque saben que les llegó la hora de desprenderse y cumplir su más ansiado final: ser secadas para acompañar al agua que las convertirá en un saludable té, que también aquietará tu ansiedad cuando ya el árbol no tenga hojas, durante el invierno.
No recojas el resto de las hojas: las grandes, redondeadas, color verde oscuro. Esas son propias del árbol y no son consumidas por el hombre. Son su adorno, su vestimenta veraniega.Terminarán cayendo en el otoño y volviendo a brotar a comienzos de la primavera.
Elige sólo las flores que están totalmente abiertas pero de un color amarillo pálido. No recojas pimpollos, porque pueden no abrir, ni flores que hayan cambiado su color a un amarillo amarronado, porque ya pasó su mejor floración y no son buenas en calidad. Junta todas las que quieras o alcances con tu mano. ¿Viste que ya va mermando tu ansiedad? ¿Sientes esa tranquilidad armónica y agradable que te invade? Continúa un rato más con tu labor... te hará bien... es muy saludable.
Regresa al árbol cuantas veces quieras, a la hora que quieras, porque su sombra te cubrirá y aún al mediodía, en las horas de mayor calor, será tu cobijo, te dará frescura y te brindará, de corazón, toda su riqueza vegetal.
El resto requiere cierto tiempo pero es tarea sencilla. Durante cuatro o cinco días deja las flores que has recogido a la sombra, en un lugar muy ventilado, preferentemente sobre una parrilla o rejilla para que circule el aire también por debajo. Poco a poco, se irán secando. Y cuando veas que las flores han cambiado de color y ya están secas, puedes envasarlo. Un frasco de vidrio con tapa o una bolsa, de nylon o de papel, te permitirán guardarlo hasta el próximo verano, si es que no lo consumes antes.
He aquí tu nuevo amigo: el que te tranquilizará, te quitará la ansiedad, te calmará, te dará sombra y sosiego mientras realizas la recolección, aquietará tus nervios cada vez que te lo sirvas en un té y te resultará sumamente saludable en cualquier momento. ¡Lo tienes ahí! En un viaje a una ciudad cercana o a la vuelta de la esquina. ¡Está esperando por tí!
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